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Chicago – ¿Cara o cruz?

La evolución de cualquier erasmus o experiencia en el extranjero es complicada. Empiezas emocionado, con ganas de conocer a gente, hacer amigos, explorar hasta el último rincón del nuevo destino… A la vez, tienes un sentimiento encontrado por haberte alejado de tu familia y amigos, por tener que adaptarte no solo a una nueva casa, sino también a una nueva cultura. Si a ello le sumas una diferencia horaria de +7, el primer mes en Chicago se convierte en una montaña rusa.

Mi nombre es Patricia Diego y he sido durante el curso 2018-2019 alumna de un programa de doble titulación entre la Universidad Politécnica de Madrid y el Illinois Institute of Technology en Chicago, Illinois. Actualmente, he decidido alargar esta experiencia un tiempo para trabajar en esta ciudad como ingeniera eléctrica. No ha sido fácil, pero compré un ticket para esta aventura y sigo montada en el vagón.

Chicago es una ciudad maravillosa, llena de vida y de planes que hacer. Siendo estudiante aún, estas un poco limitado económicamente para disfrutar de todas sus maravillas. Es una ciudad con doble cara: un verano increíble donde puedes disfrutar de playa, terrazas, paseos en bicicleta… frente a un invierno donde disfrutas del paisaje nevado desde la ventana de tu casa. El invierno se hace duro, no sólo por el extremo frío (hemos superado un vórtice polar), sino porque es interminable. Hemos pasado nueve meses de abrigo, gorro y bufanda. Cinco de camiseta y malla térmica. Y dos donde era imposible pasar más de cinco minutos esperando al bus. Tiene su encanto. O eso nos decimos nosotros ahora en verano para concienciarnos de lo que nos espera.

Otra parte maravillosa de esta ciudad, como ingenieros, es que el máster y las oportunidades que te ofrece son infinitas. No es fácil encontrar un trabajo por ti mismo, ni es fácil hacer entrevistas en un idioma que no es tu lengua materna. Pero la mayoría de los que hemos querido quedarnos un año más trabajando, lo hemos conseguido.

Como cualquier experiencia en el extranjero, lo que más a gusto te hace sentir no es el sitio, ni el clima, ni el máster o las oportunidades de trabajo. Es la gente. Rodearte de gente diferente, viviendo experiencias nuevas. Cuando te das cuenta, tienes un grupo de amigos con los que compartes un fin de semana increíble, unas vacaciones. Empiezas a formar una nueva familia, que hace falta. Tienes personas rodeándote que te hacen reír incluso cuando no puedes. Y al final, eso es con lo que nos quedaremos de esta experiencia.

Con todas sus ventajas e inconvenientes, me quedo con que es una ciudad maravillosa para pasar unos años, compartir una nueva vida con una gente nueva, mejorar un idioma y aprender de otra cultura. Ahora bien, si preguntan a cualquiera de mis compañeros, me incluyo en este grupo, es una experiencia con fecha de caducidad. España es maravillosa. No tendrás un salario tan alto, ni una calidad profesional como la que encontrarás aquí. Pero la calidad de vida se multiplica por tres. Y ya sabéis lo que dicen: “Hogar es donde habita el corazón” – Plinio el Joven.

Patricia Diego Rodriguez

Patricia Diego es Ingeniera Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid. Máster por el Illinois Institute of Technology.

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