Los duchos en tendencias seguramente disfruten del debate que a través de estas palabras espero lanzar y es que, si hace unos años existía un marcado interés por fusionar, este interés está sufriendo una metamorfosis a lo que entiendo como un periodo de efervescencia, donde la adimensionalidad de lo efímero nos hace vivir con nuestros sentidos al límite.
Juntar dos conceptos, a priori nada relacionados entre sí, podía tener hace unos años un componente vanguardista, con claras intenciones rompedoras. Bailar flamenco con unas puntas, inaugurar una librería con cafetería, o cocinar un plato nikkei con ingredientes mediterráneos. Desde los ámbitos más creativos hasta los más reglados. La tendencia de la fusión la hemos sufrido en todas sus variantes.

Pero esto parece estar cambiando. Ante los ojos y oídos de un público cada vez más difícil de sorprender, la fusión ha llegado a su límite y se ha convertido en explosión, en efervescencia, en energía.
A parte de un mensaje de ilusión, me gustaría hacer una breve radiografía crítica sobre estas últimas tendencias para que aprendamos de lo que llevamos a nuestras espaldas y seamos conscientes de lo que ha costado llegar hasta donde nos encontramos.
Años de dedicación, trabajo y formación. Donde antes abundaban las especializaciones atomizadas, ahora encontramos multidisciplinariedad y multipotencialidad. Circunstancialmente, el trabajo en equipo ha pasado a ser una necesidad y no un emblema, porque se está comprobando que las agrupaciones de profesionales de diferentes ámbitos llegan a soluciones concretas mucho más efectivas y eficientes.
Parece que los de la generación de los 80, que comenzamos a adentrarnos en el mundo de los mayores, no sólo no vamos a renunciar a nuestras aficiones, si no que vamos apostamos por compaginarlas con nuestros trabajos, aplicando de esa fusión que inconscientemente hemos aprehendido.
Ya está sucediendo, si no lo estás experimentando ¿a qué esperas?
Únete, discute ideas que te intriguen y las oportunidades nacerán.

LIFE Magazine
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