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Estocolmo y sus encantos

Recuerdo como si fuera ayer el día que decidí montarme en un avión para continuar mis estudios en Estocolmo (Suecia). Llevaba meses buscando un cambio en mi vida, y la oportunidad de irme de Erasmus me pareció perfecta. Acabaría allí mi formación académica y presentaría mi Trabajo Fin de Master. Sonaba muy bien.

Ese día, tenía dentro una mezcla entre ilusión y miedo. Ilusión por conocer gente nueva, otra cultura, mejorar mi inglés y poder especializarme en aquello que tanto llamaba mi atención en una universidad pionera en el sector: las energías renovables.

Y miedo, por dejar atrás familia y amigos, salir de mi zona de confort o encontrarme sola en una ciudad desconocida para mí que no hablaba mi idioma.

Había cursado en la Universidad Politécnica de Madrid primero de Máster de Ingeniería Industrial y el segundo año lo realizaría en la universidad KTH de Estocolmo en el Programa de «Sustainable Energy Engineering». A pesar de que me había imaginado este año una y otra vez, no paró de sorprenderme.

La Universidad superó todas mis expectativas. La educación está enfocada a la vida laboral y es muy práctica, hay continuamente actividades financiadas por la universidad, visitas guiadas en diferentes compañías, etc. Fueron meses de mucho trabajo, que a veces costó compaginar con la vida Erasmus, pero mereció la pena siempre.

Estocolmo se encuentra ubicada en un lugar único, donde se junta el lago Mälaren con el Mar Báltico. Un total de 24000 islas separan la capital sueca de este mar. Es una ciudad llena de vegetación y agua, casas de madera en todas las orillas, embarcaderos… En fin, una mezcla de azules y verdes que hacen que Estocolmo sea una ciudad de ensueño.

Se caracteriza por sus fuertes cambios estacionales. Pude vivir este cambio a lo largo del año, y parece que estás en dos ciudades completamente diferentes. 

Llegué en agosto de 2018, temperaturas medias de 25 ºC, tardes de baño en los lagos, cervecitas al sol en los miradores, piraguas por el archipiélago, barbacoas, y lo más importante 20 horas de luz al día. El verano allí es brutal a la par que fugaz.

Casi sin darte cuenta pasas de eso a tener nieve hasta las rodillas y 6 horas de luz al día. Mentiría si no digo que cuando llega el día en que prácticamente no ves la luz del sol te preguntas, ¿qué hago yo aquí? Pues supongo que con el paso de los días te acabas acostumbrando y le coges hasta el gusto. Todos los lagos en los que te bañabas en verano ahora están congelados y patinar sobre ellos o jugar al hockey sobre hielo se convierte en el mejor plan. Los mercados navideños tienen su encanto y como es una ciudad preparada para ello, tienes mil planes alternativos de interior. Y lo mejor, que la posibilidad de ver auroras boreales en estas fechas se dispara. Sin darte cuenta, esa nueva ciudad y toda la familia que has creado allí se ha convertido en tu hogar.

El crecimiento profesional y personal que me ha aportado esta experiencia es un hecho real. El balance es mucho más que positivo. Conocer a tanta gente distinta es tremendamente enriquecedor y el verte superar distintas situaciones te hace mucho más fuerte. Es una vivencia que te cambia, y brindo por ello. Espero que todo el mundo pase por una experiencia que te enseñe tanto que te haga darte cuenta de quién eres y que quieres ser. 

Ahora, escribo esto desde Madrid. Decidí regresar por una oferta laboral y puse punto y final a esta etapa. No paro de preguntarme cómo ha podido pasar tan rápido.

Volver fue duro, hay gente que se lleva una parte de ti, y el pensar que seguramente no vuelvas a compartir ciudad con ellos en la vida te rompe por dentro. Un trocito de tu corazón siempre se quedará allí. Por otro lado, reencontrarte con los tuyos es muy gratificante. Después de estar fuera echas mucho de menos a la familia y amigos.

Claudia Perea Díaz

Claudia Perea es Ingeniera Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid.

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