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Irte al extranjero sin trabajo, sin padrino y sin dinero

Emigrar y expatriarse no evocan lo mismo, porque no son lo mismo. El 12 de octubre de 2012, yo aterricé en Santiago de Chile. Como paso previo, había vendido mi coche, y viajé con ese dinero. Nunca antes había viajado tan lejos, tan sola y con tan poco conocimiento de lo que venía a continuación.

Ilustración 1. Cordillera de Los Andes.

Emigré a Latinoamérica y me refiero a que me fui a otro continente a buscar un trabajo de la manera más inconsciente y romántica imaginable. Al principio, un completo desastre. Algunos amigos saben qué significó Rancagua.

Ilustración 2: Rancagua. División El Teniente

Con el tiempo y otros proyectos mejor planteados, sin lugar a dudas, en Chile crecí tremendamente como profesional. Muchísimo. De la experiencia, con lo mejor que me quedo es con los buenos amigos, y así lo siento de corazón.

Ilustración 3: Laguna del Maule

Pero lo volví a hacer. Me marché detrás del sueño caribeño, con un trabajo estable y una vida consolidada, porque hay algo mágico en la libertad de romper con la rutina y sentirte dueño de tu propio destino. Ahora vivo en la República Dominicana y estoy tratando de reconciliarme con un plano laboral que amaría dominar, pero del que tengo mucho que aprender: las negociaciones y las ventas.

Ilustración 4: Helado Artesanal

Soy Licenciada en Ciencias Ambientales e Ingeniero Ambiental. Durante más de diez años, he trabajado en minería, construcción e industria. También soy artesana heladera y empresaria, y me atrae poderosamente el sector inmobiliario. Me gusta la playa, el buen tiempo, la naturaleza, pasar tiempo con las personas que quiero y que me quieren, estar tranquila, leer, la buena vida y el tiempo libre, que siempre sabe mejor después de un trabajo bien hecho y ojalá bien remunerado.

Ilustración 5: Mi vida

En este tiempo aprendí algunas cosas importantes que no me enseñaron en la universidad, o que quizás yo no presté suficiente atención porque nadie escarmienta en cabeza ajena:

  • Trabajar en equipo. En mi primera entrevista de trabajo, el entrevistador puso los pies encima de una silla. Me acuerdo perfectamente. Yo había caminado dos paradas de metro con tacones y sentía mucha envidia. Me preguntó cómo era la empresa donde yo había trabajado en España. Le conté que éramos tres personas solamente, y pareció contrariado de que yo no tuviera experiencia trabajando en equipo. De hecho, no me contrató ni jamás supe nada más sobre esa persona. Dejando a un lado el hecho de que era un maleducado, tenía toda la razón queriendo buscar un profesional que supiera trabajar en equipo. Quizás todavía está buscándolo, es algo que escasea en el mundo laboral. Habitualmente he tenido la sensación de estar trabajando en un proyecto diferente del que trabajaba mi cliente, mi jefe, mi colega, mis subordinados e incluso mi pareja, por las diferentes direcciones que van tomando los esfuerzos de cada uno. De hecho, me maravilla que los proyectos salgan adelante teniendo en cuenta esta realidad, es casi un milagro. Sería todo mucho más fácil si dejáramos un poquito el orgullo, las ganas de humillar al de al lado y el afán de protagonismo al entrar en nuestro puesto de trabajo.
  • No ser celoso con la información. En la misma línea de lo anterior… ¡Cuánto le cuesta a la gente compartir lo que ha aprendido! Deben de sentir que, si lo sueltan, lo pierden. Nada más lejos de la realidad. Compartir te enriquece. Si sabes hacer algo, si dominas una tarea, mejor enseña a otro a que la haga, y tendrás tiempo para dedicarte a cosas más elevadas. A menos que quieras convertirte en esa persona imprescindible sin la cual la organización se hunde. Felicidades, nunca te podrás ir de vacaciones, pero, ¿sabes qué?
  • No hay nadie imprescindible. Así es. Nadie. Sin ti, las cosas saldrán más despacio, o más caras. O más rápido y más barato, pero peor. O mejor. O no saldrán. Pero la vida sigue, y te darás cuenta de que a nadie le importabas tanto, porque cada uno está demasiado cegado por sus propias prioridades como para ocuparse de las tuyas.
  • Ocúpate de tu tarea y deja de mirar al de al lado. Es muy habitual ese pensamiento de que todos los demás departamentos viven abanicándose mientras tú llevas sobre los hombros todo el peso de la organización. Falso. Hay muchísima gente competente haciendo trabajos que desconoces por completo, sin los cuales tú no podrías siquiera soñar con estar haciendo lo que haces. Yo he desarrollado la costumbre de escuchar a las personas, y me llegó a divertir oír el mismo comentario resentido desde cada uno de los departamentos de todos los proyectos donde he trabajado, incluyéndome a mí misma. Valora lo que ves, y dale el beneficio de la duda a lo que no entiendes. Las cosas suelen tener un porqué y una explicación, aunque tú no lo veas. Mientras tanto, seguro que tienes un montón de trabajo atrasado y de personas esperando una respuesta por tu parte para poder avanzar.
  • Trata de alcanzar la excelencia. Hay pocas cosas más satisfactorias en la vida que un trabajo bien hecho. Esfuérzate, da el 100% y no dejes cosas a medias. De verdad, funciona. Hasta te pueden felicitar, reconocer tu talento, y déjame decirte que eso es genial.
  • Sé generoso con los cumplidos. Si alguien lo ha hecho bien, ¿por qué no reconocérselo? ¡Lo ha hecho muy bien! Recompensa lo llaman los educadores caninos. Confieso que todo lo que sé de liderazgo, me lo enseñó mi perra, o lo aprendí junto a ella. Lo que funciona, lo que no funciona… Mis socios italianos dicen que las personas se manejan con “la frusta e la carota”. Reconozco que tengo una cuenta pendiente con la frusta, pero la carota he comprobado que funciona demasiado bien.

Es muy difícil llegar a alguna parte conveniente por una ruta desconocida. El mejor consejo es que decidas qué es lo que quieres, busques a quienes ya lo han conseguido, y trates de imitarlos. Hay grandes modelos a seguir entre tus amigos, tus familiares o tus jefes, ellos te pueden mostrar cómo se hacen las cosas. Si quieres viajar, puedes empezar pidiendo cita en comisaría y sacándote tu primer pasaporte. Vamos. Seguro que lo haces muy bien.

Natalia Fernández Bol

Natalia Fernández es Licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Salamanca e Ingeniera Ambiental por la Universidad de Chile.

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