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Living the American Dream : Trabajar y vivir en Chicago

No fueron los numerosos encantos de la Windy City los que me hicieron tomar la decisión de venirme a Estados Unidos a labrar un futuro. No fue su increíble skyline, ni su eterno lago Michigan, ni su jazz, ni su blues, ni su frenético ritmo de vida; digamos que no estaba en mis planes vivir el sueño americano. Pero sucedió, resulta que topé con lo que yo considero el mejor programa de movilidad que ha parido la Universidad Politécnica de Madrid (junto a la de Barcelona, Valencia y Bilbao, si no me equivoco). Se trata de un programa de doble titulación con el Illinois Institute of Technology en Chicago. Los alumnos que  – como yo – formaron o actualmente forman parte de este programa, acuden al IIT para estudiar un Máster en cualquier materia relacionada con la Carrera que realizaron en España. En mi caso, al pertenecer a lo que llaman “Plan antiguo”, que para los despistados es el término que se usa para designar al plan que se seguía antes de que se implantase el polémico plan Bolonia en las universidades,  pude convalidar el Máster en Estados Unidos con mi quinto año de Ingeniería de Telecomunicaciones (proyecto de fin de carrera incluido), además de obtener la doble titulación de Ingeniero Superior de Telecomunicaciones en España y USA. Lo que algunos llaman matar dos (o tres) pájaros de un tiro y yo prefiero llamar un señor chollo.

 La experiencia en Chicago como estudiante fue  inigualable desde el minuto uno.

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No me cansaré de decirlo: vivir fuera es crecer, no sólo cultural o profesionalmente, también de manera personal. Yo he crecido, vaya si he crecido. He crecido tanto que hasta mi antigua vida me queda pequeña. Una talla más aquí, señorita, por favor. O dos, que últimamente me ha dado por comerme el mundo.

De mi año en el IIT no sólo me llevo un buen expediente académico, también innumerables experiencias. La ilusión de asistir al primer partido de béisbol o de cocinar pavo para los amigos en acción de gracias,  las aventuras recorriendo Estados Unidos en una caravana, conocer a tantísima gente de nacionalidades diferentes, aprender de sus culturas y amar un poco más la propia…Ese orgullo español que le entra a uno cuando esta fuera de casa, porque todos sabemos que el sentimiento de patria incrementa de manera directamente proporcional a los kilómetros que nos separan de nuestro país.

 Una vez terminado el periodo de estudiante, con el título bajo un brazo  y mucha ilusión bajo el otro, llega el momento de empezar a preparar las entrevistas de trabajo. Los estudiantes de intercambio del IIT, por haber estudiado en los Estados Unidos, tenemos opción a una visa llamada OPT que nos permite trabajar aquí entre uno y tres años legalmente sin necesidad de que la empresa que nos contrata pague por nuestro visado. Esto es, sin duda, una oportunidad de oro. Los que  hayáis contemplado alguna vez la idea de emigrar a USA persiguiendo el sueño americano sabréis lo difícil que es encontrar un trabajo si la empresa tiene que pagar por ti sin conocerte de nada.

Es por esto por lo que haber estudiado en los Estados Unidos nos abre una puerta enorme, tan grande que hasta los que hemos crecido mucho entramos por ella.

El proceso es complicado, no voy a mentir. Desde mi experiencia, entrevistar para posiciones de Software Engineer en Chicago ha sido uno de los mayores retos a los que me he enfrentado en mi (corta) vida profesional. No se trata sólo del idioma, – que también – sino de la intensidad de las entrevistas. En este país, al menos en mi campo, que abarca todo lo relacionado con Computer Science, las entrevistas son el examen de tu vida.

La fase final para entrar en mi actual empresa, BMW Technology, duró cuatro largas horas de interminables pruebas de código y preguntas técnicas.

Pero todo esfuerzo tiene su recompensa, y al final, tras unas cuantas negativas y alguna que otra oferta poco convincente, el trabajo acaba llamando a tu puerta. Ya sea en forma de llamada, de email, de paloma mensajera o en formato: “Este mensaje se autodestruirá en 3 segundos”. Sea como sea, «Habemus trabajo». Bienvenido al principio de tu nueva vida.

Trabajar como ingeniero en Chicago es, sin lugar a dudas, una experiencia aparte.

Los americanos están hechos de otra pasta. No son necesariamente más inteligentes ni más cultos, pero tienen una facilidad inmensa para aparentar lo contrario. Exposiciones brillantes sobre cualquier tema, speeches de película capaces de motivar a una planta, demos diarias dignas de ser grabadas y subidas a Youtube en la categoría de video-tutorial…Su capacidad de improvisación y comunicación me resulta tremendamente fascinante: el control del pulso, de la boca seca, de la vibración nerviosa de las cuerdas vocales. Cuando te rodeas de este tipo de personas resulta difícil no sentirse intimidada. Pero si algo he aprendido en mi cuarto de siglo de vida es que la palabra intimidación se pronuncia intimidACCIÓN, y si lo dices muchas veces seguidas se convierte en superación. Así que un buen día te sorprendes a ti misma en el piso 19 de un rascacielos de Chicago exponiendo tu trabajo ante decenas de personas sin casi pestañear. Y voilà, un arreglito más aquí, por favor, que me he dado de sí.

Y en definitiva, trabajar en USA no es ni mejor ni peor que trabajar en España, sino diferente. Esta diferencia se mide en  oportunidades, y a más crisis  y  más corrupción más unidades de oportunidad nos alejan.

América es como un cielo  repleto de ellas. Las oportunidades están ahí para ser encontradas, que no es lo mismo que ser buscadas, y revolotean a nuestro alrededor esperando a que nos entre el hambre después de devorar a nuestra última presa. Un buen día una llega y se te posa en el hombro y te preguntas: ¿por qué no?. Y así el  “para toda la vida“ aquí no existe, y el “hoy aquí y mañana Dios dirá” está a la orden del día.

Es la marca América: gimnasios llenos a las 6 de la mañana, calles que caminan solas, despidos y ascensos como panes,  horarios de trabajo dignos, horas extra remuneradas y (muy) buenos sueldos.

Pero al final, preguntéis al español que preguntéis y por muy diferentes que puedan ser nuestras historias, todos coincidiremos en lo mismo: Que donde esté una buena paellita a orillas del mar Mediterráneo que se quite lo demás.

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Paula Montojo Torrente

Paula Montojo Torrente es Ingeniero en Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid, Master of Science in Information Technology & Management por el Illinois Institute of Technology. Actualmente trabaja como Software Engineer para BMW Technology Corporation en Chicago.

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