caminahora

Pero, ¿por qué te vas?

Los cambios siempre me han dado que pensar, y más aún ahora que el cambio está de moda. Cuanto más cambiamos de todo parece que vivimos más: de trabajo, de ciudad, lugar de vacaciones, de forma de vestir, de peinado… Vivimos acumulando experiencias pero casi sin dejar que éstas dejen huella en nosotros.

Mi nombre es Carla, tengo 23 años y he estudiado el grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales en la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente estoy cursando el máster en Milán, una doble titulación en Ingeniería Energética aplicada a la Energía para el Desarrollo.

Siempre supe que quería terminar estudiando en el extranjero. ¿Pero, por qué? ¿Qué es lo que buscamos cuando cambiamos, cuando nos vamos de nuestra ciudad? Hay varias razones, aunque la que más pesaba para mí era salir de mi entorno para conocer una nueva realidad. Y la siguiente pregunta sería, ¿qué es lo que me lleva a querer conocer esta nueva realidad?

Daniel Boorstin dijo una vez: “El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, es la ilusión de conocimiento”. Es decir, no hay nada peor que el que cree que lo sabe todo y no necesita conocer nada más.

Y es que, a veces, la comodidad puede con nosotros: estamos en nuestra casa, con nuestros amigos, con nuestra familia, nuestras costumbres, en una vida cómoda, al fin y al cabo. Sin embargo, cuando nos estancamos en el mismo lugar, con las mismas personas y los mismos planes, corremos el peligro de dejar de cuestionarnos las cosas y de pensar que ya está todo hecho.

Soy una persona a la que le encanta la organización, el orden y los hábitos. No obstante, cuando entro en la rueda de la rutina, de no pensar, de no plantearme el por qué hago lo que hago, me doy cuenta de que dejo de vivir intensamente.

Me he venido un año y medio a Milán. Puede parecer una ciudad similar a Madrid, pero lo que estoy viviendo es muy diferente. No vine a Milán buscando un cambio por el cambio, no quería obsesionarme con tener todo distinto a mi vida de Madrid, quería centrarme en disfrutar del momento que estoy viviendo, exprimir la experiencia, vivirla a fondo y no por encima. No puedo pensar que por cambiar de ciudad o país ya está todo hecho, que esta es la “experiencia Erasmus” de la que todo el mundo habla. Quería encontrar gente nueva que tuviera nuevas perspectivas, modos distintos de pensar para así retar a mis propios pensamientos, mis creencias, y así poder fortalecerlas a partir de lo diferente.

En el Politecnico di Milano, me he encontrado con personas de todas partes, desde estadounidenses, iranís, chinos, australianos, brasileños o sudaneses. Cualquier nacionalidad o cultura que se te ocurra está aquí. El poder trabajar con gente tan distinta ayuda a abrir la mente, a ver la vida de otra manera y a considerar cosas que antes no me planteaba porque nuestras circunstancias no son las mismas.

Esto no debe dejarme indiferente: tengo que ver a dónde me lleva, qué me dice, y qué puedo hacer yo… Experiencias como esta son para mí una fuente de inspiración, motivación y estímulo. Me hace salir de mí misma para conocer mi interior: darme cuenta de cómo soy bajo diferentes entornos, en qué creo, qué quiero, qué busco.

Vivimos en un mundo globalizado donde tenemos que aprender a relacionarnos con personas de todas partes, con una gran variedad de formas de ser y trabajar; y son experiencias como esta las que nos ayudan a desarrollar estas competencias. Además, los problemas de hoy en día son globales y complejos, por lo que la necesidad de soluciones creativas y desde diferentes puntos de vista es cada vez mayor. Si nos estancamos en lo de siempre no tenemos ninguna estimulación que nos haga pensar diferente. Tener contacto con personas de diferentes procedencias estimula nuestras ideas y con ello nuestra creatividad aumenta.

Pero no todo es “hacer curriculum”. Porque realmente, ¿para qué estamos aquí? Si levantamos la mirada y ponemos los ojos un poco más allá, descubrimos que estamos aquí para vivir la vida que tenemos. Y vivirla intensamente, sin desaprovechar un solo instante.

Para mí, vivir la vida es aprender cada día, y no solo sobre lo que estés estudiando. Es muy importante ser curioso, abrirse a nuevas ideas, buscar estimulación y motivación, y no dejar que la rutina, ni el agobio y el estrés que se viven hoy puedan con nosotros.

Es posible que no supiera muy bien qué buscaba cuando me vine a Italia, pero sí sé lo que he encontrado. Al final, lo que estoy aprendiendo aquí es a abrirme a lo diferente, a no descartar de primeras cosas que en principio creo que no casan conmigo. Además, estoy aprovechando para viajar y conocer nuevos lugares, su historia, hacer todo aquello que mi día a día en Madrid no me permitía. Buscar tiempos y darme cuenta de que, si se quiere, se puede hacer. Porque el Erasmus no es solo salir de fiesta, es aprender a conocerse a uno mismo. Esto no ocurre solo por irte, hay que buscar esa inspiración que nos lleve a nuestro interior.

Porque “No el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente” – San Ignacio de Loyola.

Carla Ortiz Dominguez

Carla Ortiz es Ingeniera Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid.

Escribe un comentario