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Una andaluza en Costa Rica: la historia de cómo perderse para encontrarse

¡Hola! Soy Laura, andaluza y “granaina” desde 1992, viviendo en Costa Rica desde 2017. De personalidad inquieta, vivía en Madrid y decidí buscar una aventura en otro lugar.

Y todo pasó sin apenas darme cuenta. Fue cuando crucé la zona de embarque del aeropuerto cuando supe que realmente me iba a la otra punta del mundo a vivir, en principio, por un año.

Una amiga costarricense del máster me dijo que buscará opciones en Costa Rica, y claro, yo busqué, pero nunca pensé que realmente fuera a darse esa opción hasta que una mañana me llamaron para hacer una entrevista para una farmacéutica en la sede de San José, Costa Rica.
Tras varias entrevistas me dieron el que sería mi puesto de trabajo por un año (ya que se trataba de un programa para jóvenes durante este periodo).

Ni mi familia ni mis amigos podían creerlo, ni siquiera yo para ser honestos, pero todos me apoyaron en mi decisión desde el primer momento.

Aunque fue en el momento en el que me vi en el aeropuerto cuando que me di cuenta de lo que estaba haciendo.

No entendía nada, en Madrid tenia mis amigos, mi trabajo, mi piso de Chamberí, mi amada calle Ponzano, los bares de Malasaña, y Andalucía a cinco horas en bus. Pero parecía no ser suficiente para mi ansia por ver el mundo.

Y de pronto me vi en el aeropuerto de Panamá, donde tenía una escala de 3 horas aproximadamente. Yo miraba las pantallas con los nombres de los vuelos a otros países de Latinoamérica y no podía creer donde estaba. Cali, México City, Bogotá, San Salvador, Caracas, y otros muchos nombres que nunca había visto en un aeropuerto. Lo más cercano que había estado de Costa Rica había sido California, EE. UU., pero nunca en Centro América.

Llegué a Costa Rica tras 11 horas volando. Súper cansada, mi amiga me recibió con su madre, en cuya casa viviría por un par de meses. Jamás hubiera pensado que tan diferente podía ser todo en esta parte de mundo.

Laura Castejón. Playa Santa Teresa, Costa Rica.

Entonces conocí a los “ticos”, como se llaman a los costarricenses de forma popular, y su expresión “mae” que viene siendo una coletilla para nombrar a cualquier persona u objeto. Y como no, la famosísima frase “Pura vida”. Todo en este país es pura vida. Para dar las gracias, para saludar, para despedirse, o para cualquier otra cosa, todo puede reducirse a la expresión “Pura Vida”.

Aunque, para ser sinceros, no es fácil adaptarse a un lugar tan diferente, ha habido cosas maravillosas, y cosas no tan gratas, pero todo forma parte de la aventura.

La comida: Aunque cuando cocino casi siempre es al estilo español, creo que nunca había comido tantos frijoles (habichuelas para los españoles) como en este último año y medio de mi vida.

El plato típico que uno encuentra en San José es el casado: arroz, frijoles, ensalada y algún tipo de proteína. Pero si te vas a la zona del Caribe la comida es mucho más variada y riquísima. Allí puedes comer pati (empanadilla de carne picante), rice and beans (arroz con frijoles con leche de coco, ¡esto está demasiado bueno!) plantitá (un postre hecho con plátano maduro y masa de harina) ¡y otras muchas delicias!.

Respecto a la naturaleza, es impresionante. Nunca había visto tanto verde en mi vida. Se te mete en la retina y cuando cierras los ojos solo ves tonalidades de verde por todos lados.

Aunque esta cambia de un lado a otro: De la zona del Pacifico al Caribe hay una gran diferencia de paisaje, ambos súper bonitos, aunque yo personalmente que quedo con Puerto Viejo, ubicado en el Caribe, donde los árboles son tan altos que a veces cuesta ver el cielo, y las playas tienen un encanto tropical que no podemos ver en el mediterráneo (el cual también adoro, ¡que conste!). Además, el aura de esta zona hace que te sientas bien en todo momento, la gente es súper amable y se puede ir en bicicleta a todos lados.

Manzanillo, Limón, Costa Rica.

Siguiendo con la naturaleza, en Costa Rica hay unos 20 volcanes de gran tamaño, pero en total hay más de 200 en todo el país. Y sí, hay temblores (pequeños terremotos) a cada rato. Mi favorito es el Volcán Arenal, ubicado en La Fortuna de San Carlos. El volcán provee a toda la zona de aguas termales y además hay muchas actividades de aventura en la zona que se pueden realizar (tirolina, barranquismo, puenting, etc.)

Pero, realmente, lo que más me sorprendió de Costa Rica es que encontré el amor, ¡como en las películas! De esas cosas que uno piensa que no suceden y menos aún en un lugar tan diferente al tuyo.

Aunque el país es maravilloso, ¡esto fue el motivo por el que decidí quedarme aquí más de lo previsto! Y ahora tengo un nuevo trabajo y una nueva casa en la zona de Santa Ana (al oeste de la capital).

Y es que este pequeño país esconde demasiadas cosas por descubrir y rincones por conocer. Sin duda, si eres de los que está pensando en conocer Latinoamérica, este es un lugar perfecto para comenzar.

Pura Vida, Laura.

Laura Castejón Fernández

Laura Castejón es Graduada en Publicidad y Relaciones Públicas. Máster en Dirección de comunicación Corporativa por la EAE Business School.

2 comentarios

Responder a Jose Aguilar Medina Cancelar

  • Interesante pero que aporta en el mundo de la ingeniería civil/arquitectura/construcción? Como articulo para blog de viajes, genial.

    • Hola Álvaro, el principal propósito de caminahora es trasladar entre los caminantes (profesionales o estudiantes) las experiencias (profesionales o personales) en países de destino para mostrar las distintas puertas que podemos ir tocando. En ese sentido bien es cierto que la mayoría de los autores escriben desde la óptica de ingeniería/arquitectura/construcción. Pero la idea es que podamos trasladar experiencias vitales entre distintos ámbitos del conocimiento y desde distintos puntos de vista. Creemos que eso puede enriquecernos a todos. Un saludo.