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¡Bienvenidos a la Isla Esmeralda!

Antes de nada, me gustaría dar las gracias a José Aguilar Medina por darme la oportunidad de contaros mi experiencia en Irlanda. Espero que sirva para que muchos de vosotros os animéis a buscar otro tipo de salidas profesionales, ¡incluso fuera de España!

Mi nombre es Milagros Lumbreras, soy Ingeniera Civil, y dentro de poco hará tres años que estoy viviendo en Dublín. ¡El tiempo vuela!

Mi aventura en el extranjero empezó totalmente por casualidad. Había acabado la carrera y, como la mayoría de recién titulados, estaba buscando unas prácticas, a ser posible remuneradas, para empezar mi carrera profesional. Poco tardé en darme cuenta de que no iba a ser tan fácil como me esperaba. Mientras tanto, empecé a dar clases a niños de primaria, y así me sacaba un dinerillo.

En una de mis mañanas de búsqueda, me encontré con unas prácticas que se iban a realizar en varios países de Europa y que durarían 3 meses. Con muy poca esperanza, al ver el número de plazas ofertadas, decidí presentar toda la documentación, y en tiempo límite, porque ya se me acababa el plazo, realizar todos los trámites necesarios para aplicar.

Después de un tiempo, me convocaron para la primera fase, luego fue la segunda y, al cabo de unos meses, había sido seleccionada. El país de destino, Irlanda, más concretamente Dublín, y no podía estar más contenta. Jugaba con ventaja, ya tenía amigas viviendo allí.

Llegó el día de hacer las maletas, estaba emocionada, nerviosa, tenía mil sensaciones, y la mayoría de ellas eran positivas, estaba deseando empezar esa etapa que, aunque fuera a ser corta, tenía la sensación de que sería increíble. Quién le iba a decir a mi yo de entonces, que hoy seguiría aquí.

Como ya sabréis, una de las cosas más típicas del país es la cerveza, más concretamente la Guinness, así que, como buena bienvenida, mi primera tarde en la ciudad la pasé haciendo una de las cosas que más les gusta a los irlandeses, disfrutar de una buena cerveza con música en directo en uno de sus increíbles pubs. Al día siguiente, empezaría a trabajar.

La empresa que me había contratado, a mí y a otro chico del mismo programa, nos acogió muy bien desde el principio. Era una empresa pequeña, por lo que siempre tuvimos la sensación de cercanía, y eso ayudó mucho a que nos adaptáramos a nuestra nueva vida laboral. Queríamos aprovechar esos tres meses para aprender lo máximo posible, y sobre todo mejorar el nivel de inglés, aunque he de decir que el inglés de Irlanda es una cosa aparte.

Esos tres meses fueron los más intensos de mi vida hasta el momento y, como sabía que había un final, quería exprimirlos al máximo. 

Una vez que esas prácticas acabaran, volvería a España o ya no, no lo tenía tampoco muy claro. Ese verano había cambiado la forma de ver mi futuro. El gusanillo de seguir viviendo en el extranjero, cada día me hacía interesarme más por seguir viajando y conociendo personas y lugares. No me quería marchar.

Al final, la decisión de quedarme me vino más fácil de lo que pensaba, unos días antes de la fecha de finalización de las prácticas, la empresa me ofreció un contrato de trabajo. Un contrato REAL, no me lo podía creer.

Y en ese preciso momento, fue cuando me di cuenta de las ganas que tenía en seguir conociendo este maravilloso país que me había dado mi primera oportunidad laboral.

Estos casi tres años que llevo viviendo en Dublín han sido una experiencia inolvidable, Irlanda es un país increíble, multicultural, la gente es muy sociable y siempre intentan ayudarte en lo que pueden. 

Dublín es una ciudad en la que puedes hacer de todo, tiene mucha vida, y pese al tiempo, al cual creo que no me voy a terminar de acostumbrar nunca, siempre es muy agradable salir a pasear por sus calles o irte a un pub a disfrutar de una buena sesión de música en directo. Al ser una ciudad con tanta diversidad, la oferta cultural es impresionante, hay para todos los gustos. Además, hay muy buenas conexiones de vuelos con muchos países, por lo que, si te gusta viajar, lo tienes muy fácil.

Actualmente, sigo en la misma empresa, a la que llegué sin saber muy bien qué esperar y con muchas dudas, pero que me ha ayudado a desarrollar mis capacidades profesionales día a día, aprendiendo a sobreponerme a todos los retos que se han ido presentando durante estos años.

La forma en la que ven aquí el trabajo es totalmente distinta a España, se ven las cosas de forma más relajada, son más flexibles, y desde luego el horario permite mucha más conciliación laboral.

Este país me ha dado la oportunidad de crecer como persona, de formarme profesionalmente y de conocer a personas increíbles. No sé cuánto tiempo más me quedaré aquí, si cambiaré de país, o volveré a España, lo que sí sé, es que esta primera experiencia me ha dado una de las mayores satisfacciones personales hasta el momento.

Un día en la oficina trabajando en uno de nuestros proyectos.

Para todos aquellos que queráis probar una experiencia como esta, pero quizás no estéis muy convencidos, por las razones que sea, mi consejo es que probéis, no tenéis nada que perder y os aseguro que mucho que ganar. Es una experiencia que te enriquece como persona y, de todas formas, si veis que no es lo vuestro, siempre hay tiempo de volver a casa. 

Un año, unos meses, lo que consideréis, pero hacedlo, lo que puede aportar personalmente vale mucho más que el miedo a probar algo desconocido y, creedme, es algo que vais a recordar toda la vida.

Yo, por el momento, aquí os espero. 

Sláinte!

Milagros Lumbreras

Milagros Lumbreras es Ingeniera Civil por la Universidad de Burgos.

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