caminahora

Mi camino, mein Weg

Como bien decía Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar” y así estoy yo, caminando y construyendo mi propio camino. Un camino que me ha llevado a Darmstadt, Frankfurt y ahora a Amsterdam.

El camino realmente comenzó cuando empecé hace ya unos años a estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Madrid. Es una carrera que me ha dado unos momentos increíbles aunque seamos sinceros, también me ha hecho sufrir mucho. Aún así – mamá, papá no os enfadeis – la volvería a elegir sin dudarlo. Me ha dado amigos, sin los que no hubiera podido acabar la carrera, pareja, experiencias y sobre todo oportunidades.

Tuve la oportunidad de empezar a trabajar mientras acababa el grado y durante mi primer año de máster; pero sin duda la mayor oportunidad fue durante mi segundo año: me fui de Erasmus. Tenía claro que me quería ir fuera de España para continuar mis estudios e hice una lista enorme de sitios a los que quería ir. Pero el destino es muy caprichoso y de toda esa lista me tocó el último: Darmstadt. Darmstadt es una pequeña ciudad alemana a escasos 20 minutos de Frankfurt. Es una ciudad que tiene dos universidades, lo que significaba mucha gente joven y mucha vida, o eso creía yo.

Así, con toda la ilusión del mundo, comencé a preparar mi viaje: buscar residencia, asignaturas a cursar y hacer papeleo, mucho papeleo. Y por fin llegó el día, ¡me mudaba! Salí de mi burbuja de comodidad y llegué a un país maravilloso. Los primeros meses fueron increíbles: conocí a gente fantástica de todas partes del mundo, me abrí a nuevas experiencias, empecé a aprender alemán, un idioma que, aunque no lo creáis, disfruto aprendiendo. También descubrí que quería quedarme en Alemania después del Erasmus y comencé a buscar trabajo. Para seros sinceros, encontrar trabajo no es nada fácil si no hablas alemán, así que solo recibía respuestas negativas, pero no perdía la esperanza ni la ilusión.

Todo iba bien hasta que el Coronavirus apareció y con ello un periodo de incertidumbre. Muchos amigos tuvieron que volverse a sus países y la poca vida que descubrí que Darmstadt tenía se acabó. Pero bueno, no os voy a contar nada que no sepáis. Yo mientras continuaba aplicando a trabajos, estudiando y viendo a la única familia que podía: la que creamos aquellos que nos quedamos en Darmstadt.

Después de no sé cuantas aplicaciones, cartas de motivación y mails enviados por fin recibí mi primer “pasas a la siguiente fase” del único sitio donde no saber alemán no era un problema: el Banco Central Europeo. Fui pasando fases hasta que por fin recibí la ansiada llamada: “el puesto es tuyo”. Y así fue cómo seguí construyendo mi camino, esta vez, dirección Frankfurt.

Volví a hacer maletas, a buscar piso y a salir un poco más de mi zona de confort. Aún no lo sabía pero tenía por delante uno de los mejores años de mi vida. Encontré un piso precioso, muy céntrico y con los mejores compañeros de piso que me podía imaginar. Ellos me hicieron un hueco en sus vidas y me enseñaron esta maravillosa ciudad.

Empecé a trabajar desde casa con la eterna promesa de que algún día volveríamos a trabajar desde la oficina (spoiler: eso no sucedió nunca). Conocí por videoconferencia a los que serían mis compañeros: griegos, italianos, alemanes… Fue un gran reto porque iba a trabajar en una institución muy importante, con gente muy válida y la primera vez que iba a trabajar cien por cien en otro idioma y todo esto me daba un poco de vértigo. Pero afortunadamente, eso se pasó rápido. Mis compañeros fueron encantadores, haciendo lo difícil, fácil y guiándome durante todo el tiempo. Estuve trabajando en el departamento de Operational Risks y Business Continuity. Este departamento se encarga de analizar riesgos operacionales que puedan ocurrir en el Banco y, en el caso de que algún riesgo se materialice, analizar qué impacto tendría y cómo solucionarlo. Poco a poco me fueron involucrando en más proyectos, uno de ellos fue la actualización de riesgos del Banco. Nos reunimos con muchísimas personas de todos los departamentos por lo que acabé aprendiendo quién hace qué en el Banco. Disfruté muchísimo.

Desafortunadamente, por presupuesto, no existía la posibilidad de extender el contrato. Además, echaba un poco de menos un trabajo más ingenieril y menos burocrático, así que me tocaba volver a buscar trabajo. Mi novio vivía en Amsterdam, y entre Frankfurt y Amsterdam decidimos que Amsterdam era una buena ciudad para continuar construyendo nuestro camino, pero esta vez juntos.

Mis prácticas en el Banco Central Europeo acaban de terminar, he encontrado trabajo en Amsterdam en el área de supply chain and operations de Kraft Heinz, así que empieza una nueva aventura para mi; nueva ciudad, nuevo trabajo, nueva convivencia, nuevo idioma… no se si decir que vuelvo a salir de mi zona de confort o simplemente, que esa zona de confort ha desaparecido y que crear mi propio camino ha consistido en estar dispuesta a descubrir, aprender y dejarme llevar.

Elena de la Fuente Parra

Elena de la Fuente es Ingeniera Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid.

Escribe un comentario