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Cómo emprendí en Chile y no morí en el intento

No pretendo ponerme como ejemplo ni abanderada de nada, sólo quiero contar mi historia, como la de tantos compatriotas que dejaron su país en busca de una mejor oportunidad.

Aterrizamos en Chile un 21 de Noviembre de 2012, hace ya casi 5 años. Aún recuerdo y me emociona hacerlo, cuando el piloto dijo por el altavoz que en 15 minutos aterrizaríamos en el Aeropuerto Internacional Comandante Arturo Merino de Santiago de Chile, desde ese momento y hasta que salimos del avión, no pude dejar de llorar y es que ¿quién se podía imaginar cuando en 1.999 comencé mis estudios de Ingeniería que iba a tener que venirme tan lejos para poder trabajar?

A pesar de estar casada con chileno, nunca había venido a este país. De hecho antes de conocer a mi marido, tengo que reconocer que poco sabía de Chile y mi marido que se fue a España en 1.993, tampoco lo recordaba como lo encontró.

Llegamos a Chile llenos de ilusión, con 4 maletas, mi perro Natan y algo de dinero en la cuenta. Veníamos con un plan específico pero simple, arreglar mis papeles y empezar a buscar trabajo como locos. No teníamos contactos de ningún tipo, no teníamos conocidos de conocidos que trabajasen en otra empresa donde pudieran recomendarnos, no teníamos nada de eso, sólo a nosotros mismos.

Pronto las búsquedas de empleo por internet dieron resultado y me empezaron a llamar para hacer entrevistas de trabajo, de hecho en una semana hice tres entrevistas,  estábamos alucinados. Todo pintaba bien, éramos optimistas y pensábamos que algo tenía que salir de todo eso. Efectivamente, en pocas semanas me llamaron de una de las empresas en las que había participado en su proceso de selección, querían contratarme y me citaron para comenzar a trabajar al lunes siguiente. ¡No cabíamos de felicidad!

Llegué el lunes, antes incluso de que abriera la empresa, llena de ilusión y con la certeza de que desde ese día, empezaría una nueva etapa. Pero cuando me vieron, me dijeron que ya habían contratado a otra persona, porque yo aún no tenía la visa de trabajo y que lamentaban no haberme llamado para decirme que ya no hacía falta que fuera. La visa me salió aprobada una semana después de que me rechazaran en ese trabajo.

No tardé mucho en volver a encontrar trabajo, aunque tampoco fue una experiencia muy agradable, por lo que terminé renunciando a los 15 días, cuando después de esas 2 semanas sin contrato y tras exigirles que me lo dieran o me iba, me entregan un contrato de 16 páginas con unas condiciones que a lo menos eran ofensivas, abusivas y ridículas, cláusulas que obviamente a un chileno no le hubieran dado a firmar. Recuerdo algunas como que el contrato era por un período de 12 meses y si yo renunciaba antes de finalizado el plazo, les tenía que devolver el equivalente a 8 sueldos. Otra era que mi sueldo pactado en la entrevista ya no era tal, sino un sueldo base y el resto lo obtendría si el personal (los maestros) en obra llegaban a una cantidad mínima de m2. Otra muy graciosa, era que mi marido no podía trabajar para ninguna empresa de la competencia mientras yo estuviera trabajando para ellos (debían de tener la fórmula de la CocaCola escondida y no querrían que se filtrara). Fue tal la indignación, yo necesitaba trabajar, pero de ahí a haber recorrido 12.000 km de distancia para tener que aguantar esto… así que les rompí el contrato en la cara.

Tras ese bajón anímico que supusieron estas malas experiencias laborales, viendo que los meses pasaban rápido y los ahorros se iban acabando y que a mi marido, tampoco le iba mejor en lo suyo, no sé quizás tirando de orgullo o quizás de afán de supervivencia, no sabría qué fue exactamente lo que nos motivó, pero lo cierto es que de ahí surgió la idea de emprender en Chile.

Aunque pueda parecerlo, no emprendimos de forma improvisada, lo hicimos en un sector de la construcción que conocíamos perfectamente, el de los revestimientos termo-acústicos, sector que mi marido trabajó en España durante 15 años y que yo prácticamente conozco desde que tengo uso de razón ya que mi padre, autónomo en España, se había dedicado por más de 30 años. Por tanto era algo que dominábamos perfectamente, así que comenzamos a contactar con constructoras para ofrecer nuestros servicios, ver obras en las que podíamos participar y proveedores en Chile que pudieran vendernos los materiales. Pronto confiaron en nosotros y comenzamos a adjudicarnos pequeños proyectos, esos pequeños proyectos dieron lugar a otros más grandes y otros más importantes. Así que de la noche a la mañana nos vimos participando y compitiendo con grandes empresas del sector en proyectos hospitalarios de miles de m2. Pero había algo que nos estaba faltando para terminar de dar el salto, para llegar a ser más competitivos aún, por lo que decidimos contactar con fabricantes españoles que quisieran hacernos distribuidores oficiales en Chile para comercializar su producto y les encantó la idea, la mayoría de ellos no tenían presencia en este país y veían a Chile como un mercado interesante y con futuro… ¡El trabajo estaba hecho, ya éramos importadores y de productos de calidad certificada! Ya podíamos competir de tú a tú con el resto de empresas del rubro y con un precio inmejorable.

Obra: Talleres y Cocheras de Metro Línea 3. Contratación de Mamparas divisorias.

Y hoy, casi 5 años después aún dura esta aventura empresarial. No ha sido un camino de rosas, no os vayáis a creer, como todos los inicios, fueron momentos muy difíciles, muchas veces me pregunté -¿qué hago yo aquí pudiendo estar en casa de mis padres tranquilamente?- y es que nos pasó de todo, ahora ya son simples anécdotas que recordándolas con mi marido nos hacen hasta gracia, pero para nosotros quedan lo duros que fueron esos momentos. Desde la dificultad de sacar un teléfono o abrirse una cuenta corriente en un banco, a tener que viajar con las herramientas en metro porque no teníamos coche, (un metro que iba lleno hasta la bandera en hora punta) imposible subirse y bajarse del mismo sin discutir con alguien o que te empujaran. Hasta hubo un contador que contratamos y que nos estafó. Trabajadores que se nos iban de las obras después de robarnos las herramientas y materiales… en fin tendríamos para escribir un libro completo de anécdotas.

                                                                                        Obra: Nuevo Hospital de Antofagasta. Contratación de celosías de fachada y cielos modulares.

Sin embargo, después de todo lo vivido, lo volvería a hacer sin dudarlo. Tengo que reconocer que ha sido el examen más difícil de mi vida y para el cual apenas había estudiado. Hemos crecido en muchos aspectos, no sólo el profesional. Hemos llegado a conocer una parte de nosotros que no sabíamos que teníamos, capacidades y fortalezas desconocidas, que estaban dormidas por haber vivido en nuestra zona de confort en España tanto tiempo.

No quería despedirme sin recordar una frase de Zig Ziglar que a mí siempre me ha motivado mucho y me ha dado la valentía y constancia que he necesitado para avanzar en este sueño, «Tú naciste siendo un ganador, pero para ganar, debes planear ganar, estar preparado para ganar y esperar ganar» 

¡Gánenle a su suerte!

 

Vanesa Mero García

Vanesa Mero es Ingeniera de Obras Públicas por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es Socia fundadora en Fenix Construcciones y Reformas Limitada, Chile.

2 comentarios

  • Nosotros también en Chile desde hace años y reconozco que el tema de emprender al principio se hace duro, pero es mucho más fácil que en España, así que salvo algunos choques culturales, es un gran lugar para desarrollarse. Enhorabuena