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Desmontando el mito de irse de casa: Destino Qatar

Siempre ha estado en mi punto de mira irme fuera de España para poder crecer tanto en el aspecto profesional como el personal. En un principio creo que me atraía más Sudamérica pero pronto me di cuenta que puestos a romper la zona de confort, lo mejor sería tirar la casa por la ventana y probarme a mí mismo en un país donde todo sea nuevo; cultura, idioma, costumbres…. Me surgió la oportunidad de venir al Qatar y me costó bastante poco aceptarlo.

Evidentemente, al inicio a todo mi entorno no le satisfizo la idea, ya que en la mayoría de los casos, no sabían tan siquiera ubicar el país en el mapa y con ello un bombardeo de trabas que en el fondo no era más que la proyección de sus miedos contra el cambio. Respecto a mis padres sabían que era lo que quería desde siempre y aunque trataban de sonreír ante la idea de que me iba a 7 horas de avión, les notaba una preocupación que tardé meses en disipar (hasta que no han venido a ver por si mismos lo que les contaba).

Desde mi contratación hasta el traslado se me pasó el tiempo en un suspiro por las despedidas y preparativos, pero el día que cogí la maleta fue raro. Lo recuerdo como que fue eterno. Todo lo que hacía, veía…todo intentaba recordarlo, atesorarlo como que al día siguiente mi vida daría un vuelco y nada de eso volvería a ser igual. He de reconocer que una parte de mi estaba eufórica por lo que se me avecinaba pero había otra parte en mi interior aterrada. En mi caso el miedo era suma de todo lo que había oído anteriormente referido a mitos que la gente me había hablado y principalmente al fracaso. Temía el irme, que no me gustara y volverme a casa. Llegado a este punto, quiero trasmitir a todo aquel que esté pensando salir, que solo agarrar la maleta y salir de las faldas de mama, ya ha hecho muchísimo más, que muchos que solo critican porque saben que no son capaces y más tarde explicaré.

Salir de casa es romper una barrera emocional enorme. Aunque irte fuera sea algo que deseas, siempre hay un momento de reflexión (miedo) en el que te planteas si realmente necesitas hacerlo, si no podrías dedicarte a otra cosa que no implique irte de lo conocido. Es en este punto donde debes recapacitar, poner en la balanza lo que te empuja y lo que te frena. Si lo que te empuja, te pinta una sonrisa, tira. Tiempo hay para volver. Y si por lo que sea, uno se va y no le gusta, nunca será un fracaso. Creo que solo los que hemos dado el paso, somos conscientes de lo difícil que parece antes, y lo fácil que parece después.

Cuando me fui recibí ánimos y felicitaciones de bastante más gente de la que me esperaba, fue bonito, pero me quedo con aquellas personas, que no fueron pocas, que al segundo y tercer mes, me llamaron para preguntar qué tal estaba pero lo que realmente me querían trasmitir era la envidia sana que sentían por mi. Y es que no es fácil. Todos hemos oído a gente que gratuitamente te dice: “Y como no te vas a…(donde sea), he oído que sobra trabajo”. Creo que es de las frases que más me taladran porque siempre la oyes de los llamados “cuñados”. Todo el mundo se cree con autoridad suficiente para aconsejar un cambio de este calibre, sobretodo bajo el argumento: “Me han dicho que a los ingenieros se los rifan allí”. Molesta bastante y resulta hiriente por banalizarlo de esa forma, pero pese a su desconocimiento, es un paso que ayuda mucho aquel a quien lo da.

Tras un año y medio fuera de casa, en ocasiones pienso en cómo estaba y lo que yo veía gigantes, hoy solo son molinos. Y es que es cierto, lo he hablado con amigos, y todos coincidimos en que previamente a dar el salto todo son dudas, miedos e incertidumbres, pero una vez sales de casa te das cuenta que hay muchas cosas que no tienes pero hay muchas que ganas y que se puede vivir sin muchas de las cosas. Además, hoy en día, con las redes sociales resulta más fácil puesto que hay grupos de españoles repartidos por todos los puntos del planeta, por lo que es fácil contactar con ellos, preguntar las inquietudes o aquello que se nos pase por la cabeza.

Una de las barreras más grandes a las que me enfrenté antes de salir fueron los mitos. Como he dicho antes, siempre hay “cuñados” que han oído o saben lo que está pasando justamente donde vas tú y luego averiguas que no tenían ni idea de lo que hablaban. Eso me sucedió a mí y por lo hablado con amigos, es algo común a todos. Por suerte desde mi contratación hasta el día de partida pasaron escasos 10 días pero hubo más que tiempo de sobra para que “ilustrados” me dijesen toda clase de barbaridades acerca de Qatar. Reconozco mi desconocimiento del país antes de venir y que podría haberme informado más pero por mi forma de ser, de haberlo hecho me habría generado expectativas y no me hubiesen ayudado a la hora de adaptarme, por lo que opté no informarme demasiado acerca del país y en cierta manera me alegro de que así sea, pues hay cosas que de haberlas leído, me hubiesen sonado raro pero que en la práctica no altera mi día a día.

Pero lo referente a cómo se vive creo que es mejor dejarlo para otra entrega y dejar esta solo para cómo fue mi proceso desde que fui contratado hasta que me vine a vivir a Qatar.

Enrique

Enrique Blanco es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Alfonso X El Sabio. Actualmente trabaja en el Departamento de Licitaciones de Collosa en Qatar.

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