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Moisés ¿es esta la tierra prometida?

Moisés nos indica el camino hacia el paraíso

Desde que la crisis en 2008 airease las vergüenzas de un sistema económico español corrupto e inmaduro, muchos han sido los jóvenes españoles que han alzado la mirada buscando respuesta a sus súplicas. En vez de esperar a que una empresa de piratas les ofreciera un “contrato” como becario con muchas posibilidades de crecimiento profesional, aunque no tantas de retribución salarial, muchos depositaron sus esperanzas en la que parecía ser la tierra que mana leche y miel. Alemania se erigía como un tótem en medio de Europa capaz de absorber a tantos ingenieros como las universidades españolas fuesen capaces de producir. ¡Venid –parecía decir un alemán bigotudo con una jarra de cerveza en una mano y un barroco panecillo recubierto con gruesos granos de sal en la otra– que aquí hay trabajo para todos! Y allá nos fuimos.

He querido escribir este artículo a modo de aviso a navegantes, para que, si quieren coger las maletas y embarcarse en la aventura de empezar una nueva vida en Alemania, cuenten con tanta información como sea posible.

Aquí hay trabajo

Los alemanes, eso es verdad, rara vez mienten. Así que si han dicho que aquí hay trabajo, es porque hay trabajo. Es impresionante la cantidad de ferias de trabajo, eventos y oferta profesional existente. Tanto si buscan trabajar en un ambiente tradicional dentro de una gran empresa como si les atrae más la idea de formar parte de una start-up dinámica y poco convencional, Alemania nos brinda todas las posibilidades. Para que se hagan una idea de la cantidad de posibilidades que ofrece el país, pueden echar un vistazo no sólo a las páginas de las grandes empresas alemanas (Grupos Daimler y Volkswagen, Bosch, Siemens, Continental…) sino también a las conocidas como Hidden champions, empresas altamente exitosas en distintos campos que, por una razón u otra, permanecen fuera del radar.

En esta foto sacada de la sección Karriere de mi compañía actual, un ingeniero comprueba “a ojo” el acabado superficial de una turbina

Los salarios son más altos

Aunque parece que los puestos a los que se puede acceder tras cursar carreras universitarias de ciencias en España están bien remunerados comparados con otras formaciones universitarias, los sueldos españoles distan mucho de los sueldos alemanes (nuestros 26.535 euros de salario medio parecen poca cosa frente a los 49.450 de Alemania, según el diario económico Expansión). Hay que tener en cuenta que la carga tributaria de los residentes alemanes es también más alta que la de los españoles, pero aun así el balance sigue siendo muy positivo. Además, si quieren reducir notablemente su aporte a las arcas del estado, sólo deben contraer matrimonio y empezar a engendrar bebés (cuanto más grande sea la prole, menor los impuestos a pagar).

Hay que saber alemán

Si quieren encontrar un trabajo como ingeniero, arquitecto, científico o cualquier puesto cualificado, es absolutamente necesario que sepan hablar alemán correctamente. Al menos un nivel B2 si quieren tener altas posibilidades de encontrar trabajo. Obviamente habrá casos excepcionales en los que será suficiente con poseer un muy buen nivel de inglés, pero no nos engañemos: en Alemania se habla alemán y si dependen únicamente de su inglés para sobrevivir aquí, van a pasarlo mal.

Pero no se preocupen. Si están dispuestos a hacer una pequeña inversión para empezar un futuro brillante en Alemania, el gobierno les ofrece unos cursos intensivos de alemán llamados Integrationskurse que llegan hasta el nivel B1 en seis meses por un precio bastante económico.

No es lo mismo trabajar en España que en Alemania

A estas alturas de la vida, todavía no sé si los alemanes nacen o se hacen, pero lo cierto es que su modo de trabajar dista mucho del nuestro. Aquí no se hacen cincuenta descansos entre cafés y cigarrillos. Ni se echan horas extras (por ley no se puede trabajar más de diez horas al día, dejando a un lado casos excepcionales) ni se trabaja más allá de las ocho de la tarde. La gente tampoco se queda en el trabajo por el mero hecho de que el jefe sigua ahí y las vacaciones, que generalmente están entre cuatro y seis semanas al año, son sagradas.

No se puede tener todo en esta vida

Si vienen a Alemania con la idea de que pueden mantener su estilo de vida español con la única diferencia de que al final de mes podrán tener una nómina más abultada en el buzón, ahórrense el viaje. Esto es lo más importante que tienen que entender. A menos que vivan en Mallorca, la vida en España y Alemania no tiene absolutamente nada que ver. Las calles son distintas y la comida de sus madres es distinta a la de nuestras madres. Hasta el cielo parece tener otro tono de azul los días de verano. Menos radiante, menos intenso. Les costará hacer amigos e incluso muchas veces se sentirán rechazados por el mero hecho de no parecer germanos. Luchar contra el sofisticado aparato burocrático alemán les parecerá imposible nada más llegar y tendrán que realizar ejercicios de meditación budista para no echar las manos al cuello de más de un funcionario después de escuchar por enésima vez: eso no funciona así.

Pero Alemania tiene uno de los ingredientes indispensables para hacer que una tórrida tarde de verano pueda convertirse en una experiencia cercana al éxtasis: una cerveza alemana helada. Tiene, además, mil tipos distintos de pan cada uno con su nombre correspondiente. También hay carriles de bici por los que recorrer el país los fines de semana e incontables castillos y palacios en pueblitos encantadores. Ah! Y no nos olvidemos de los mejores kebabs de la historia y el apfelstrudel con vainilla (aunque eso creo que es austriaco).

Los bávaros se desmelenan en su cita anual. Lo que pasa en Oktoberfest, se queda en Oktoberfest

Por eso, después de año y medio viviendo en Alemania todavía tengo que detenerme y recapitular cuando alguien me pregunta: Oye ¿es Alemania la tierra prometida?

Definitivamente no. Pero tampoco está tan mal.

Guillermo Angulo Saiz

Guillermo Angulo es Ingeniero Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid.

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