caminahora

Sous le ciel de Paris

Todo empezó cuando recibí mi primera clase de francés en el colegio. Era un nivel básico que ofrecían durante la Educación Secundaria, pero fue suficiente como para despertar mi curiosidad y hacerme estudiarlo con gusto. Siempre me arrepentí de no haberle dedicado más tiempo y de abandonarlo tras comenzar mis estudios universitarios, pero desgraciadamente, fue una de esas metas que quedan apartadas y en segundo plano por otros proyectos que tiene la vida para nosotros. Cuando varios años después me dispuse a elegir un destino Erasmus para hacer segundo de Máster de Ingeniería Industrial, vi la oportunidad y lo tuve claro: el país, Francia, la ciudad, Lille. Estaba realmente emocionada de al fin descubrir su cultura, su gente y su lengua.

Lille es una pequeña ciudad al norte de Francia, situada casi en la frontera con el país vecino, Bélgica. Este lugar reunía todos mis «indispensables»: ciudad de tamaño medio, posición estratégica para viajar y mitad de la población estudiante. Por otro lado, siendo española, parecía que iba a echar de menos el sol…

Mi objetivo era claro: dejar la vergüenza a un lado para aprender el idioma e intentar integrarme en un grupo de franceses, o en su defecto, de otras nacionalidades distintas a la mía. Sorprendentemente, resultó más fácil de lo que esperaba, al igual que yo sentía curiosidad por lo distinto, la gente lo sentía por mi cultura. En cuanto al curso, tantas horas concentrada sin perder el hilo de las clases era agotador, pero a penas sin darme cuenta, ese esfuerzo fue desvaneciéndose día a día hasta convertirse en algo natural. La verdad es que durante estos meses me di cuenta de lo que cambia cada sistema educativo. Gracias a ello, pude crecer en otros aspectos diferentes y enfocar el contenido de las asignaturas desde un punto de vista mucho más práctico del que estaba acostumbrada.

Tras 6 meses de clases, tuve la opción de hacer otros 6 de prácticas y me aventuré a cambiar el territorio “Lillois” por la ciudad de París para trabajar en el departamento de Supply Chain de una conocida marca de ropa. Tiene gracia, cuando llegué a Lille me dijeron que «no encontraría el sol en el cielo, sino en el corazón de sus habitantes» y aunque pueda sonar cursi, tenían razón.

De nuevo otro comienzo, aunque esta vez con un poco más de vértigo: buscar piso, llegar a una ciudad nueva en la que a día de hoy, todavía no me sitúo y empezar a trabajar en algo que solo conocía a través de los libros. Primer día de prácticas, nuevos compañeros, conceptos y teclado… ¡Lo que eché de menos el QWERTY! Poco a poco, todos estos problemas que tanto me agobiaban fueron encontrando su solución, por sí solos o con una pequeña ayuda.

Mi jefe nunca me trató como la «alumna en prácticas», sino que me dio las mismas responsabilidades que a cualquier otro empleado y me brindó la oportunidad de aprender las funciones de cada posición del departamento. Fueron 6 meses en los que observé, aprendí y aporté, lo cual me hizo ganar la confianza suficiente para enfrentarme a la vida laboral.

Francia es un país lleno de oportunidades que tocan a tu puerta, París una ciudad de contrastes y cultura, ¿por qué no empezar aquí? Este fue mi razonamiento cuando recibí la oferta de una consultora en transformación digital, especializada en el sector del lujo. Trabajar con las marcas más conocidas del mundo de prêt à porter, joyería, cosmética y hostelería, entre otros sectores, podría aportarme ese concepto de excelencia y perfección con el que venden sus productos.

He de confesar que en cada decisión, siempre llevaba conmigo mi pequeño kit de salvavidas psicológico, conocido como el «siempre puedo volver«. Todavía no lo he utilizado, pero está siempre preparado por lo que pueda pasar.

Y aquí sigo. Tras casi un año en la misma empresa, dos misiones y una pandemia. Sigo aprendiendo, acertando o fallando, pero dando lo mejor de mí. ¿Mi plan? Volver a España el día en el que mi experiencia me sirva para encontrar las mismas condiciones que aquí, o el día en el que mis raíces puedan con mi curiosidad.

Virginia Martí Lang

Virginia Martí es Ingeniera Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid.

5 comentarios